En un mundo con más de 800 millones de personas con hambre, es urgente reducir a la mitad el desperdicio de alimentos de aquí al 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Quedan sólo siete años y la FAO confirmó que se desperdician 1.100 millones de toneladas de alimentos vegetales y 175 millones de toneladas de origen animal al año. Ese desperdicio, ocurre en partes iguales durante toda la cadena de producción y en los hogares. En el Día Mundial de la Tierra el llamado es a producir y consumir aquello que se pueda reintegrar a la economía.
El Día Internacional de la Madre Tierra o Día Mundial de la Tierra, se celebra este sábado 22 de abril en todo el mundo. El objetivo es sensibilizarnos sobre la importancia de preservar el medio ambiente. Es una llamada a la acción para cuidar y preservar la naturaleza que nos rodea, para asegurarnos de que las generaciones futuras puedan disfrutar de un mundo próspero y sostenible.
Establecido en 1970, busca crear conciencia sobre los problemas que enfrenta el planeta, como el cambio climático, la contaminación del aire, el agua y el suelo, la pérdida de la biodiversidad y la deforestación. Es una oportunidad para recordar que todos tenemos la responsabilidad de proteger nuestro hogar y cada pequeña acción es clave para crear un mundo más sostenible.
La ONU lo decretó el 2009. Este documento refleja la preocupación de los países por el daño ambiental y los efectos negativos en la naturaleza provocados por la actividad humana.
En 1970, activistas en Washington eligieron el 22 de abril como fecha para una protesta en defensa del medio ambiente. El senador demócrata de Wisconsin, Gaylord Nelson, ya estaba organizando campañas para la protección del planeta desde una década antes y en 1969 presentó una propuesta sobre la enseñanza mediambiental a nivel nacional y luego organizó una manifestación a la que llegaron 20 millones de personas para expresar su molestia ante los eventos que atentan contra el planeta y la vida.
Cada pequeño gesto cuenta en este esfuerzo colectivo: desde recoger la basura en nuestras comunidades hasta reducir nuestro consumo de energía y agua en casa.
Cada acción, por pequeña que sea, nos acerca a un futuro más limpio y sostenible.
Puede ser de diversas maneras, ya sea individual o colectivamente, como participar en actividades de limpieza y reciclaje en la comunidad, promover la conciencia ambiental compartiendo información y consejos sostenibles en redes sociales y en la comunidad, organizar una jornada de siembra de árboles, fomentar la reducción del consumo de energía y agua mediante la instalación de tecnologías más eficientes y la promoción del uso de transporte que no contamine, como bicicletas o caminar en lugar de conducir vehículos.
La energía es el sector que más contribuye a la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en el mundo, y el rol que jugamos como individuos es importante como el consumo residencial y en transporte. La ONU recomienda reducir el uso de la calefacción y el aire acondicionado, cambiar a ampolletas LED, apagar las luces de un espacio que no uses, aprovechar al máximo la luz solar y utilizar electrodomésticos de bajo consumo; también lavar la ropa con agua fría y tenderla mojada en vez de usar la secadora.
Usar la bicicleta permite reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero y supone un beneficio para la salud. La ONU destaca que las carreteras del mundo están saturadas y la mayoría de esos vehículos usan diésel o bencina. Caminar o ir en bicicleta, en lugar de conducir, reduce las emisiones de GEI y supone un beneficio para la salud, lo que implica a su vez una mirada integral que incluya la alimentación sana.
Es fundamental ver qué productos se compran, de dónde vienen, qué tipo de packaging utilizan, si es posible reducir la cantidad de plástico y si se puede recuperar o reutilizar el envase. El consumo responsable implica repensar la forma en que se vive. Los aparatos electrónicos, la ropa y otros artículos que compramos generan emisiones de carbono en cada eslabón de la cadena de producción, desde la extracción de las materias primas hasta la fabricación y el transporte de los productos al mercado. Por eso la ONU recomienda comprar menos, adquirir productos de segunda mano, reparar lo que se rompe y reciclar.
Todos coinciden que el mejor regalo para la Madre Tierra es la educación y la participación. No se puede cuidar lo que no se conoce. Infórmate sobre cómo adoptar hábitos sustentables, reducir la huella de carbono y llevar adelante acciones individuales y colectivas para el cuidado del medioambiente.
La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) confirmó que se desperdician 1.100 millones de toneladas de alimentos vegetales al año, mientras que el desperdicio de alimentos de origen animal bordea los 175 millones de toneladas. Estas cifras representan el 19% de la producción total de alimentos de origen vegetal y el 3% del total de alimentos de origen animal. El organismo sostiene que la mayor parte de ese desperdicio ocurre en partes iguales durante la producción y en los hogares. En un mundo en el que existen más de 800 millones de personas con hambre, es urgente repensar los hábitos de consumo y tomar conciencia a la hora de comprar, consumir y desechar alimentos. Los países han prometido reducir a la mitad el desperdicio de alimentos de aquí al 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Quedan sólo siete años. Por eso la industria del packaging alimentario es un actor importantísimo. El escenario que vivimos actualmente, generando 10 mil millones de toneladas de residuos al año, mucho más de lo que el planeta puede soportar, obliga a cambiar el paradigma, y pasar de un sistema económico lineal, donde creamos cosas para luego tirarlas, a uno circular y regenerativo, inspirado en el gran ciclo de los ecosistemas. Smartpack lleva 13 años liderando la creación de una nueva generación de packaging sustentable, con el objetivo de reducir el desperdicios de alimentos en las cadenas de valoración y suministro a través de soluciones eficientes de envasado, preocupándonos de la reciclabilidad de los componentes de estas soluciones para que puedan ser fácilmente reintegrados a la economía.