El Día Mundial de la Eficiencia Energética es una instancia no sólo para reflexionar y crear conciencia sobre la importancia del uso racional de la energía, también para dimensionar que de continuar su despilfarro, las consecuencias serán irreparables para el planeta.
Smartpack y su firme compromiso con la innovación, el uso eficiente de recursos y la protección del medio ambiente, apuesta por nuevas tecnologías para la industria alimentaria, como el descongelamiento por radiofrecuencia
Todo comienza en 1998, durante la Primera Conferencia Internacional de la Eficiencia Energética que se realizó en Austria. En esa oportunidad surgió la idea de que cada 5 de marzo se conmemorara el Día Mundial de la Eficiencia Energética, con el objetivo de promover el uso racional y eficiente de los recursos energéticos y así contribuir a mejorar la productividad, la competitividad económica y la calidad de vida de las personas, reduciendo las emisiones contaminantes. En suma, se trata de reducir el consumo energético mediante el uso razonable y sostenible de la energía.
La eficiencia energética tiene beneficios enormes para reducir el impacto ambiental, gracias a la disminución de las emisiones de gases contaminantes como el C02; también en el aumento de la equidad social, ya que cualquier ahorro para los sectores más vulnerables representa comparativamente casi cuatro veces más que para los sectores de mayores ingresos; y la innovación tecnológica en la construcción, en la gestión urbana, en el transporte, en los artefactos y equipamiento de uso generalizado en áreas como la minería, la industria, el comercio y la vivienda. En este contexto, es clave la educación y la información ciudadana, que esté disponible para que las personas y tomadores de decisión puedan dimensionar el impacto de cada acción.
En el Día Mundial de la Eficiencia Energética, Smartpack promueve un firme compromiso con la innovación, el uso eficiente de recursos y la protección del medio ambiente como pilares estratégicos en el cumplimiento de su propósito, que es una nueva generación de envases sustentables a través de tecnologías que contribuyen al ahorro energético, a la reducción de las emisiones de CO2 y a la disminución de las pérdidas alimentarias. A tener en cuenta, es la declaración de la FAO, que declara a 870 millones de personas hambrientas en el mundo, poniendo de manifiesto la magnitud de la inseguridad alimentaria que existe en el planeta y lo crucial que es minimizar la pérdida de alimento. En este aspecto, los envases son cruciales, como también el potencial de ahorro de energía y emisiones de CO2.
Soluciones innovadoras consistentes con el desafío de la industria, deben considerar diversos factores para poder tener operaciones óptimas. En particular para la industria de los alimentos, el descongelamiento es uno de los principales temas a abordar. Se trata de un proceso que puede ser tratado de diferentes maneras, ya sea mediante hornos de descongelamiento que aplican calor directo, o también con máquinas que descongelan mediante vapor a presión controlada.
Precisamente, una de las tecnologías que existe hoy es la radiofrecuencia, que consiste en el uso de ondas electromagnéticas como método de descongelación de alimentos. Una innovación con beneficios tecnológicos y energéticos que la posicionan como una de las más eficientes. ¿Por qué?
Bastián Fabio, Ingeniero Eléctrico e Investigación de Operaciones de Smartpack, señala que al ser ondas electromagnéticas, estas traspasan la superficie de los materiales no conductores (como los alimentos), y debido a las propiedades físicas de estos materiales, el traspaso de la energía se produce en forma de calor. Al momento en que la radiofrecuencia entra al alimento, las moléculas y iones polarizados adquieren una mayor vibración y movimiento, lo que a nivel de todo el cuerpo, se traduce como la adquisición de calor. Esto, debido a que el calor es una forma de interpretar qué tanto están vibrando las moléculas de aquel cuerpo, mientras mayor vibración, más calor hay. Este es uno de los grandes beneficios de la radiofrecuencia, ya que se necesita poco tiempo para descongelar los alimentos. Es más, como el agua es una molécula altamente polar, al ser sometida a ondas de radiofrecuencia permite que los materiales húmedos se puedan descongelar rápidamente, razón por la cual esta tecnología se aplica en el rubro textil, alimenticio, farmacéutico y de cosméticos.
Hablemos ahora de la ingeniería detrás de esta tecnología, la máquina de descongelamiento de Stalam permite una mayor eficiencia en la transferencia energética, corto tiempo de tratamiento, reduce las pérdidas térmicas en el entorno, bajo coste de mantenimiento y permite que el proceso sea realizado por una fuente de energía que no causa ruido o humo.
Bastián afirma: ambas siguen la misma línea, son ondas electromagnéticas que permiten el traspaso de su energía a través de calor en algunos materiales. La diferencia está en su longitud de onda. Es decir, la de radiofrecuencia utilizada por Stalam es mayor (rango de 100m a 10m / frecuencia de 27,7 MHz), en comparación con la de microondas (longitud de 100cm a 1cm). Esta divergencia significa que la radiofrecuencia es más segura, más eficiente en el traspaso de energía al penetrar mejor el material. Además, presenta una mayor uniformidad del calentamiento, un ajuste de potencia más fácil y una flexibilidad operativa mayor, en conjunto con un coste de inversión y mantenimiento más bajos.
Es importante destacar que la eficiencia energética de la onda de radiofrecuencia es mayor que la de microondas: mientras que esta última produce una eficiencia de aproximadamente 55%, los equipos de radiofrecuencia tienen una eficiencia energética global hasta 65%. Es decir, se requieren entre 60 y 84 Kw en promedio para procesar una tonelada de alimento por hora y elevar su temperatura de -18°C a -2°C, mientras que un horno microondas industrial puede utilizar hasta 200 Kw para sus procesos.
La radiofrecuencia posee tantos beneficios energéticos como operativos, siendo una solución consecuente con la misión y visión sustentable de Smartpack, permitiendo gracias a la tecnología Stalam, tener procesos y operaciones eficientes y sustentables.
